Refugiados de Ucrania

El 24 de febrero de 2022, estaba yo en el corazón de Bucovina, en un pueblo llamado Ciocănești, en uno de los monasterios más bellos de Rumania. Esa misma noche, un buen amigo, el padre Serafín, un monje con vocación, me invitó a una misa.

Todos hicimos oraciones hasta la 6 medianoche y luego bajamos a tomar un té. Nuestra paz fue sacudida por la notición de la guerra: Rusia atacaba Ucrania. El monasterio está ubicado en el norte de Suceava, en el pueblo de Botos, cerca de la frontera con Ucrania.

Miramos aturdidos por encima de las montañas. No lo podíamos creer. Aguzaba mis oídos por si oía los aviones. Una guerra en 2022, parecía absurdo… Y a unos kilómetros de Suceava, mi ciudad. Desde el primer momento he sentido una alerta interior y parecía gobernado por una fuerza interior que me gritaba que tengo que hacer algo. No tenía ni idea de lo que podía hacer y no sabía cuáles serán las necesidades en caso de guerra.

Nunca pude imaginarme lo que iba a pasar. Millones de personas inocentes empezaron a huir desesperadamente de Ucrania y tenían que pasar por nuestro país, por mi ciudad. He llamado a la recepción de mi hotel y he pedido que se abren las puertas del hotel de forma gratuita, en el caso de que llegaran refugiados.

Mis disposiciones han sido claras: ¡Las familias con niños y animales (perros y gatos) tienen prioridad! En solo unas horas ha comenzó la locura. El hotel estaba lleno. He decidido abrir todas las salas de eventos para que los refugiados pudieran acostarse. He alojado gente incluso en mi casa. Imprimimos una gran lona en la lengua ucrania y la pusimos en el restaurante Spartan del centro de Suceava:

¡Todos los ciudadanos con un boletín ucraniano comen gratis!

Luego publiqué en todas mis redes sociales: ¡ Todos los ciudadanos que huyen de la guerra se pueden alojar de forma gratuita en el Hotel Mandachi. ¡Vuestras mascotas son recibidas, alimentadas y protegidas con nosotros!
Hemos tenido cada día entre 250 y 300 personas alojadas en el hotel, que beneficiaron de todos mis servicios de forma gratuita, incluso el transporte a los países occidentales. Fue uno de los períodos más intensos de mi vida. Pude ver a los refugiados fluyendo en oleadas. Niños, ancianos, mujeres desesperadas que habían dejado a sus maridos para luchar en una guerra absurda.

Leia en sus ojos el horror, el miedo, la desesperación y el trauma. Cada día me acostaba por la mañana (a las 04.00) y dormía pocas horas. ¡La plenitud y la felicidad se siente cuando une se pone en el servicio de algo más grande que su propio ser! El dinero no lo es todo.

En un mes, logramos transportar más de 20.000 refugiados a la UE de forma gratuita, alojar 5.000 refugiados y 1.000 perros y gatos en el hotel y hemos encontrado refugio temporal en otras ciudades para más de 6500 personas. Mandachi Hotel & Spa se ha convertido en el más grande campo privado de refugiados de todos los países que alojaban refugiados de Ucrania, llegando a toda la prensa mundial (New York Times, Washington Post).

Toda la acción fue organizada junto con mis colegas del Hotel y de Spartan, dentro de la Asociación Humanitaria Jeni Mandachi, una organización benéfica sin empleados (todas las donaciones que he recibido fueron transmitidas). Logramos generar una 7 recaudación de fondos de más de 500.000 euros, enviamos docenas de camiones de alimentos y ayuda a Ucrania y nos preparamos para renovar orfanatos, hospitales y escuelas, tan pronto como termine la guerra.